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comunicación dos personas

Hablando el mismo idioma

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Hablando el mismo idioma

En pocos días han llegado a mis oídos dos casos de robo cercanos, y eso que todavía no ha llegado Agosto. En los dos casos sabían que estaban fuera porque lo veían todo cerrado y en los dos casos se tomaron la libertad de invadir una propiedad y toda su privacidad, de convertir un espacio seguro en un lugar desconocido y de expropiar regalos y recuerdos para fundirlos en oro. 

Mientras unos se meten las manos en los bolsillos y otros se las llevan a la cabeza, yo me acuerdo de aquellos que se las frotan; los de sistemas de seguridad y vigilancia. Porque cuando el desastre ha pasado, la necesidad es bien clara. Y ellos habían avisado. En la tele, en la radio, en la calle, en Internet… pero nunca esperas que pase.

Entonces me acordé también de unos familiares que tienen una empresa de Domótica. Pensé que ellos también podrían estar frotándose las manos, pero no. Resulta que para muchas personas la domótica son luces, toldos y persianas automáticas, cuando en realidad es mucho más. Pero lo importante aquí no es qué puede ofrecernos la domótica, sino para qué.

Y para encontrar ese “para qué” debemos salir de nuestro mapa mental para visitar el de otros: conocer su día a día, sus inquietudes y necesidades, sus gustos, sus hábitos, etc. Preguntar, observar, investigar, crear. Y que tecnología y automatización se encuentren con practicidad y funcionalidad para después bajarlo al terreno de la persona, y cuanto más ejemplificado y adaptado, mejor.

Porque fue precisamente hablando con ellos que me enteré de que con la domótica mis padres podrían irse de vacaciones tranquilos y programar un sistema de simulación de presencia, y que mis abuelos podrían tener asistencia telemática sin tener que llevar un collar que nunca llevan, y que yo podría desconectar los electrodomésticos y enchufes al cerrar la puerta de casa para ahorrar energía, y tener una lista de las provisiones que hay en la nevera para hacer la compra, o hacerla directamente. Esto es el “para qué”, y hablado en mi idioma. A mis abuelos habrá que explicárselo de otra forma.

Cada uno de nosotros venimos de una rama profesional, con una jerga, unos códigos y unas prácticas específicas, y a veces la información se pierde por el camino porque el mensaje se emite desde nuestro mapa mental. Tener una mente abierta y una actitud empática nos puede ayudar a situarnos en el terreno de la otra persona, hablar su mismo idioma y comprender realmente cuáles son sus “para qué” para después ofrecerle nuestro mejor “qué”.

En pocos días han llegado a mis oídos dos casos de robo cercanos, y eso que todavía no ha llegado Agosto. En los dos casos sabían que estaban fuera porque lo veían todo cerrado y en los dos casos se tomaron la libertad de invadir una propiedad y toda su privacidad, de convertir un espacio seguro en un lugar desconocido y de expropiar regalos y recuerdos para fundirlos en oro. 

Mientras unos se meten las manos en los bolsillos y otros se las llevan a la cabeza, yo me acuerdo de aquellos que se las frotan; los de sistemas de seguridad y vigilancia. Porque cuando el desastre ha pasado, la necesidad es bien clara. Y ellos habían avisado. En la tele, en la radio, en la calle, en Internet… pero nunca esperas que pase.

Entonces me acordé también de unos familiares que tienen una empresa de Domótica. Pensé que ellos también podrían estar frotándose las manos, pero no. Resulta que para muchas personas la domótica son luces, toldos y persianas automáticas, cuando en realidad es mucho más. Pero lo importante aquí no es qué puede ofrecernos la domótica, sino para qué.

Y para encontrar ese “para qué” debemos salir de nuestro mapa mental para visitar el de otros: conocer su día a día, sus inquietudes y necesidades, sus gustos, sus hábitos, etc. Preguntar, observar, investigar, crear. Y que tecnología y automatización se encuentren con practicidad y funcionalidad para después bajarlo al terreno de la persona, y cuanto más ejemplificado y adaptado, mejor.

Porque fue precisamente hablando con ellos que me enteré de que con la domótica mis padres podrían irse de vacaciones tranquilos y programar un sistema de simulación de presencia, y que mis abuelos podrían tener asistencia telemática sin tener que llevar un collar que nunca llevan, y que yo podría desconectar los electrodomésticos y enchufes al cerrar la puerta de casa para ahorrar energía, y tener una lista de las provisiones que hay en la nevera para hacer la compra, o hacerla directamente. Esto es el “para qué”, y hablado en mi idioma. A mis abuelos habrá que explicárselo de otra forma.

Cada uno de nosotros venimos de una rama profesional, con una jerga, unos códigos y unas prácticas específicas, y a veces la información se pierde por el camino porque el mensaje se emite desde nuestro mapa mental. Tener una mente abierta y una actitud empática nos puede ayudar a situarnos en el terreno de la otra persona, hablar su mismo idioma y comprender realmente cuáles son sus “para qué” para después ofrecerle nuestro mejor “qué”.

Más Reflexiones

Detrás del escaparate:
Cerería Pinsart

Siempre me han atraído las tiendas de oficio donde se cuece lo tradicional y lo artesanal. Aquellas donde los productos cuentan la historia que hay detrás del escaparate y que parece ser ellos mismos los eligen a sus nuevos dueños, preparados para contar una nueva historia cuando salen de allí. Y me entra la curiosidad. Y me acerco. 

Vivir con prisas

Estoy sentada en el sofá de la caravana casi obligada por una vocecita interna que lleva varios días advirtiéndome de que escriba. Porque hace tiempo que no lo hago y porque me conoce y sabe que me irá bien.
Pero no me deja tranquila. 

Miedo a que salga bien

Este es un proyecto personal y profesional, porque en ambos casos se trata de mí y no puedo dividirme. Ha dado muchas vueltas, ha tenido muchas formas y seguramente seguirá haciéndolo, porque, como tú y como yo, estamos en constante cambio.

Más Reflexiones

Levantar la mano

Drew Dudley comienza su charla pidiendo al público que levanten la mano los que se consideran líderes. Y una gran mayoría no lo hace. Yo tampoco lo hubiese hecho. Hasta ahora me sumaba a los que creen que el liderazgo es algo superior a nosotros mismos y que para considerarnos líderes tenemos que cambiar el mundo.

El valor humano

A los 20 años compaginaba los estudios con un trabajo como dependienta en Superdry, una marca de ropa británica inspirada en Japón. La tienda no era muy grande y estaba situada en el centro comercial La Maquinista, en Barcelona.

Miedo a que salga bien

Este es un proyecto personal y profesional, porque en ambos casos se trata de mí y no puedo dividirme. Ha dado muchas vueltas, ha tenido muchas formas y seguramente seguirá haciéndolo, porque, como tú y como yo, estamos en constante cambio.

Una Comunicación humana, comprometida y de calidad. 

Contacto

hola@claudiamanas.es

(+34)687094318